Mar de las Pampas, Argentina - Octubre 2004

CUESTIÓN DE PIEL

"El alma debe estar en la piel", dice Simón una tarde. "¿Ah, sí? ¿Por qué pensás eso?", le preguntamos. "Porque cuando una persona se muere, el alma se va al Cielo. Y como los muertos no tienen piel porque son esqueletos, quiere decir que el alma que estaba en la piel se fue", nos contesta muy convencido.
(4 AÑOS Y 11 MESES)

Carta de papá

26-11-03
Simón, hijito mío:

Hace ya un tiempo que ando con ganas de escribirte una carta. Pero, a decir verdad, no sabía bien cómo hacerlo. Y decidí esperar el momento. Para hacerlo bien. Yo soy así: me gusta hacer las cosas bien.
Hace unas semanas hiciste un cambio muy grande. De pronto, te conectaste con el mundo y, dentro de ese mundo, estaba yo. Hasta entonces eras un bebito y tu mayor conexión se producía con tu mami o con Celsa, la chica que ahora te cuida. No quiero que digas “Uy, pobre papá!” Esto es muy común en las personas cuando son chiquitas como vos. Y no es un reproche. Es simplemente ganas de que me mires, te comuniques, que me hagas saber a tu forma que me querés y que sabés que te quiero. Pero fui valiente y te esperé. Y ahora estamos muy conectados. No sabés lo lindo que se siente cuando me decís, mal pronunciado, PAPÁ. Me hacés sentir grande. En el mejor sentido. Me hacés sentir afortunado. Y me hacés dar cuenta de que crecí. Y eso es un buen síntoma para cualquier ser humano. Saber que avanza en esta vida hacia algún lugar.
Creo que es la primera carta que te escribo. Y, por ende, es una carta importante. Quiero que sepas que tu llegada cambió mi vida. Y que, por primera vez, sentí lo significa eso del amor incondicional. Sería capaz de cualquier cosa por defenderte, por evitar que algo o alguien te lastime. Pero eso no me hace un héroe invencible ni perfecto. Seguramente voy a cometer algunos errores. También mis padres los han cometido conmigo. Dicen que así es la vida y sé que eso no alcanza como argumento. A mí no me alcanzó, pero seguí. Aceptándome y perdonando. Porque sé que quisieron darme lo mejor que pudieron y más. Tuve padres de los que me siento orgulloso. Ojalá algún día sientas lo mismo por nosotros.
Llegaste en circunstancias especiales. Mágicas te diría. Ese día, en el pueblito en el que naciste, comprendí que existía una gran historia escrita por alguien superior. Sé por qué naciste. Sé que mamá y yo teníamos que estar ahí esperándote. Sé que te mandaron para estar con nosotros. Es una hermosa historia de amor. Viniste para hacernos felices. Fuimos para hacerte feliz. Y así será. Me comprometo a ello.
Quiero que sepas te amo con lo más esencial de mi alma. Vos y tu mami, una mujer increíble que hizo que mi vida cobrara sentido, son lo más importante que tengo. Más no podría pedirle a Dios. Fue muy generoso. Son dos seres bellos. Buenos. Luminosos. E iluminados.
Quiero agradecerte tu pureza, tu sonrisa, tus ojos enormes, tus pestañas infinitas, tu manchita del indio, tus dientitos de tiburón... y esos dedos gordos del pie que gritan a cuatro vientos: me quiero quedar plantado en esta Tierra!!! Acá estoy, mamá y papá.

Te ama siempre,
Papá.

UNA COSA TRAE LA OTRA

Simón observaba el insólito fenómeno del 9 de julio y gritaba eufórico: "¡Está nievando! ¡Está nievando!" De pronto se da vuelta y nos pregunta entusiasmado: "¿Eso quiere decir que va a venir Papá Noel?"
(4 AÑOS Y 11 MESES)

PEOR EL REMEDIO QUE LA ENFERMEDAD

La noche anterior Simón había tenido un poco de fiebre y le habíamos dado un antipirético con sabor a frutilla. Al día siguiente ya se sentía mucho mejor y no tenía temperatura, pero de todas maneras preguntó: "Mamá, ¿hoy tengo que tomar la vagina?" Aguantamos la carcajada, mientras les explicábamos que no, que ya no era necesario que volviera a tomar Novalgina.
(4 AÑOS y 11 MESES)

Dos gotas de agua

Era frecuente, desde muy chico, que la gente te encontrara parecido a papá. El color de pelo, los ojos, los dos altos y grandotes, en fin, rasgos que comparten muchas personas, pero que todos atribuían automáticamente al hecho de que fueran padre e hijo. Suele decirse que los niños adoptados se van pareciendo a sus padres con el tiempo porque copian gestos, tonos, formas de caminar, etc. Pero hubo dos anécdotas relacionadas con esto que nos causaron mucha gracia. Una vez acompañamos a papá a la peluquería a la cual él solía ir bastante seguido, pero siempre solo. Apenas el peluquero te vio, le dijo: "No podés negar que es hijo tuyo, che. La misma forma del cráneo tienen". Y es cierto, créase o no: ambos tienen cabezas de tamaño considerable y un cierto achatamiento en la parte posterior. Pasó un tiempo y vino a casa Claudio, ¿te acordás?, es el señor que nos arregla las computadoras. Observando una foto tuya y de papá en el monitor de la PC, comentó: "Son iguales, eh. ¡Lo que es la genética!"