Pumpkin

Durante meses fuiste un bebé muy bueno y tranquilo, de esos que provocan la envidia de otras mamás. De recién nacido tuviste unos días bravos cuando aparecieron los famosos cólicos, pero por suerte duraron muy poco. Tomabas la mamadera puntualmente cada dos horas y dormías muy bien, profundamente, a pesar del timbre, el teléfono y los ladridos de Polonio. Cuando llorisqueabas o te quejabas un poco, papá te preguntaba “¿Qué te pasa, calabaza?” Y así nació tu primer apodo: Pumpkin. Perdiste el ombliguito a los ocho días. La nona Lula había venido a Buenos Aires a conocerte y ella nos ayudó a darte tu primer baño. Al principio no te gustó nada, lloraste bastante. Todavía faltaba un tiempo para que te convirtieras en ese pececito fanático del agua que conocimos después.

No hay comentarios.: