Tu primer ídolo

No hubo que esperar a que te llegara la adolescencia para que te volvieras fanático de algún conjunto de rock o estrella del deporte. A los 13 meses ya tenías tu primer ídolo: Barney. Un dinosaurio enorme y fucsia al que conociste a través de Discovery Kids. ¡Te encantaba! Al principio sólo lo veías en la tele, daban su programa varias veces por día, y todas las noches cumplías al pie de la letra la siguiente ceremonia: después del baño, compartías con papá el placer de ver a Barney de 8 a 8:30 p.m., mientras mamá ordenaba el baño y organizaba tu cuarto (cerraba la persiana, preparaba la cuna y el chupete, te ponía un CD para dormir, etc.). A las 8:30, terminaba el show y vos ya sabías que era hora de irte a la cama. Le dabas un besito de buenas noches a papá, te despedías de Polo y de la Trola, mamá te llevaba en brazos mientras iba apagando algunas luces, cuando pasábamos por la cocina, rigurosamente pedías “aia” (agua), tomabas un par de sorbos y mamá te acostaba con un besito, vos te ponías el chupete y mamá apagaba la luz y te cerraba la puerta.
Después, con el correr del tiempo ya no te alcanzaba con ver a Barney dos veces por día y lo pedías a cualquier hora. Ya caminabas y entonces nos traías a mí, a Celsa o a papá el control remoto de la tele diciendo “Arní, Arní”: querías ver a tu ídolo. Entonces hubo que comprarte los videos. Si los habremos visto… ¡Por los menos cien veces cada uno! ¡No te cansabas nunca! Un día papá me llamó desde su celular, estaba en un taxi y había visto un afiche callejero que anunciaba que Barney estaba en la Argentina y daba un show en el teatro Ópera. Sin dudarlo, conseguimos las entradas y fuimos a verlo un domingo con los tíos Paps y Martín y tus primitos Lucas y Tomás. Nunca nos vamos a olvidar de tu carita cuando lo viste aparecer sobre el escenario. Te quedaste helado. Tan sorprendido que no podías ni sonreír. Después te soltaste un poco y siempre a upa de papá o de mamá, aplaudiste y bailaste al ritmo de las canciones que ya conocías de memoria. Tenías 16 meses y ya habías ido a tu primer recital en vivo.

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