Relaciones Públicas

Apenas empezaste a moverte por el mundo por tus propios medios comprobamos que eras un nene independiente y muy sociable. Te encantaba salir a pasear, conocer gente, estar con otros chicos, ir a fiestas, etc. Cuando llegabas a un lugar que no conocías, te quedabas a upa de mamá apenas unos cinco o diez minutos, observando a tu alrededor con cierta seriedad. Pasado ese lapso, vos mismo empezabas a mover el cuerpito -al principio- y a pedir “a-ca, a-cá” (que significaba bajar) –más adelante- para que te depositara en el piso. De ahí en más te perdíamos. Salías a recorrer el lugar, a jugar con los demás chicos si era un cumpleaños… en fin, a conocer el mundo. Y entonces ya podías pasar de brazo en brazo, conquistar a todos con tu simpatía, comer lo que se te pusiera adelante, ir y venir chocho de la vida.
Cuando tenías poco más de un año, nos invitaron al bautismo de Manuel, el hijo de Lucas y Eliana. Él fue uno de tus primeros amiguitos y los dos tienen mucho en común (Manu también es adoptado y también nació en Formosa, pero él sí estaba apurado ese día y llegó al mundo en plena ruta, debajo de un árbol. Pero esa es otra historia que te contaremos más adelante). Le festejaron el bautismo en el mismo salón donde nosotros hicimos tu fiesta de Bautismo y Primer Cumpleaños. El salón estaba lleno de mesas y vos no conocías a nadie, salvo a nosotros y a Lucas, Eliana y Manuel. Sin embargo, te la pasaste yendo y viniendo, corriendo de un lado al otro, y aparecías cada tanto en nuestra mesa sólo para pedirme algo de comer. En un momento dado, te perdimos de vista completamente. Había pasado un rato y mamá y papá se habían distraído charlando con algunas personas y haciendo sociales. Hasta que alguien preguntó: “¿Y Simón?” Papá se levantó enseguida y empezó a recorrer el lugar buscándote. Te encontró sentado en las rodillas de un perfecto desconocido, comiendo de su copa de helado, feliz de la vida. Así eras vos. Y eso también nos llenaba de orgullo.

No hay comentarios.: