Volando a casa

Tenías escasamente 48 horas de vida cuando subiste por primera vez a un avión. Después de tantos nervios, cansancio y trámites, papá y mamá tenían la sensación de estar protagonizando “Expreso de medianoche”, mientras superaban cada paso en el aeropuerto y lograban abordar el avión con su preciosa carga. Dormiste todo el viaje con una paz infinita. Creo que ahí respiramos por primera vez en días... o en años. En el Aeroparque nos esperaban Tito Pérez y Betiana, que justo había vuelto de un viaje un rato antes. En casa, nos esperaba tu tía Paps, que tenía todo listo para tu llegada: las mamaderas y chupetes esterilizados, el bebesit con la colchoneta blanca, el catre de Abril (tu primera cuna) junto a nuestra cama, ropita que heredaste de tus primos, lavadita y planchada... en fin todo lo que con tanto amor habíamos estado preparando para tu llegada. Tu tía también estaba nerviosa e impaciente por conocerte. Y nos esperó con medialunas rellenas de jamón y queso y café caliente, ¡una producción impresionante! Papá te agarró en brazos y te llevó de un ambiente al otro, mientras te mostraba tu nuevo hogar. Habías llegado sano y salvo y por fin estabas en casa.

No hay comentarios.: